Tras dos años de pandemia, todo parecía listo en la Agrupación.
Los ritos volvían a repetirse: los ensayos en la nave de Valme, las noches largas de priostía, el acto de veneración previo al traslado y el incesante burbujeo de hermanos preparándose para realizar una nueva y auténtica protestación pública de fe.
Sin embargo, todo era distinto. Este año, y por primera vez, María Santísima del Carmen lucía bajo palio y Nuestro Padre Jesús en su Prendimiento realizaba la primera Estación de Fe.
El miércoles 30 de marzo, se produjo el traslado de ida desde nuestra parroquia para enmarcar, como cada primavera, nuestra Estación de Fe en la antigua capilla de San Sebastián. Al finalizar el discurrir del cortejo, volvió a repetirse una estampa que quedará guardada en la historia de la Agrupación.
El 2 de abril, día de nuestra salida procesional, comenzaba desde por la mañana con el recibimiento de las Hermandades y demás corporaciones de nuestra ciudad, mientras se ultimaban los últimos detalles en el interior de la capilla y en el patio del colegio de San Sebastián. Por la tarde, todos los nervios y emociones contenidas que desde las 16:30 se fueron conformando con la llegada de costaleros y hermanos, se diluyeron al abrir las puertas a las 18:00h para que el cortejo comenzara a avanzar por las calles de Dos Hermanas.
La primera marcha interpretada por la Banda de Presentación al Pueblo fue “Requiem”, en recuerdo de todos los que durante la pandemia marcharon a realizar la Estación última ante el Padre.
Correlativamente, en la Virgen, la Banda de Santa Ana interpretó Paradisum Dei. Con toda Dos Hermanas volcada con el cortejo, que avanzaba cumpliendo horarios, debemos destacar varios puntos claves. En primer lugar, la presentación de nuestros Titulares en la Parroquia del Ave María, como muestra del compromiso evangelizador que, desde su sede, la Agrupación realiza durante todo el año. En segundo lugar, el discurrir por la calle Guadalajara, lugar de fundación de nuestra corporación, donde aconteció una petalá acompañada con los sones de Santa Ana para María Santísima del Carmen. Allí volvieron a repetirse los recuerdos de aquella cochera que sigue intacta en la idiosincrasia propia a través del lema semper in amicitia. Por último, el callejón cruz, punto histórico de paso de las cofradías de nuestra ciudad. La estrechez de la calle, la nube de incienso y el compromiso de los costaleros hacen de aquel lugar un enclave idóneo en
nuestro recorrido.
Finalmente, y con la entrada, la Agrupación volvía a la capilla de la querida hermandad de la Vera Cruz. Ya dentro, y con las puertas cerradas, se cantó una Salve como agradecimiento por haberpodido disfrutar de una nueva Estación de Fe.
Nuestros actos culminaron el domingo 3 de abril con el traslado de vuelta de nuestros titulares.
Como es ya tradicional, rezamos el Vía Crucis por las calles de la feligresía hasta llegar a la Parroquia.